Todos conocemos esa sensación: el corazón se acelera, las palmas de las manos sudan, la mente se acelera. Estás bajo presión.
Ya sea un plazo inminente en el trabajo, un examen importante o una situación difícil, todos sentimos presión en algún momento. Y aunque no sea agradable, la presión puede ser algo bueno.
¿Por qué? Porque la presión puede ayudarnos a concentrarnos, a estar a la altura de las circunstancias y a rendir al máximo.
Por supuesto, demasiada presión puede ser algo malo. Pero si aprendemos a trabajar bajo presión, puede ser una herramienta valiosa.
He aquí algunos consejos para trabajar bajo presión:
Cuando estamos bajo presión, nuestro primer instinto suele ser contener la respiración. Pero esto puede hacer que nos sintamos más ansiosos. En su lugar, respire profundamente e intente relajarse.
Cuando nos sentimos abrumados, puede ser útil elaborar un plan. Desglosar lo que hay que hacer en tareas manejables. Después, ve paso a paso.
Una de las mejores maneras de motivarnos es fijar una fecha límite. Si sabemos que tenemos un tiempo limitado para hacer algo, es más probable que nos centremos y lo hagamos.
A veces, ayuda tener a alguien en quien confiar. Busca un amigo, un colega o un familiar que pueda ofrecerte apoyo y ánimo.
Cuando estamos bajo presión, es fácil trabajar sin parar. Pero esto puede hacernos menos productivos. En lugar de eso, tómate un descanso de vez en cuando para despejar la cabeza. Da un paseo, escucha música o simplemente aléjate del trabajo durante unos minutos.
Aprender a trabajar bajo presión puede ser un reto. Pero si podemos encontrar formas de mantener la calma, la concentración y la motivación.